¿Cómo nace el teletrabajo? ¿Qué sucede con la pandemia?

El teletrabajo surge en la década del 70’ durante la crisis del petróleo. La persona que acuña el término es Jack Niells, al proponer el sistema como una posible solución para reducir el consumo de combustible desde la casa hacia el hogar y viceversa. 

Antes del COVID-19 las empresas que implementaban el teletrabajo eran contadas con los dedos de la mano. La modalidad muchas veces se le otorgaba a los empleados de mayor rango o responsabilidad y se la consideraba un beneficio.

Las cosas cambiaron repentinamente luego de la pandemia y el trabajo desde casa pasó a ser obligatorio para tod@s aquell@s que pudieran llevarlo a cabo.

¿Cuál fue el impacto? ¿Qué hábitos tuvimos que adquirir?

Para afrontar la crisis que instaló el coronavirus, muchos fueron los gobiernos que alentaron a las empresas a continuar su desarrollo por fuera de sus espacios de trabajo. Sin embargo, en el caso de Argentina, un estudio del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC) arrojó que sólo el 18% de sus trabajadores cuenta con la tecnología necesaria para llevarlo adelante.

Este dato permite pensar:

  • El aparato productivo del país aún necesita desarrollar sus sistemas tecnológicos para migrar al teletrabajo.
  • La digitalización de los hogares sigue siendo un desafío debido a la calidad de la conectividad. 
  • Cerca de un 40% de los trabajos en Argentina deben desarrollarse necesariamente en su lugar tradicional. El teletrabajo alcanza solamente a 3 millones de personas.

Teniendo en cuenta estas cifras, es inevitable pensar que aún queda mucho por hacer. Quienes cuentan con la posibilidad tienen sus beneficios y sus contras:

Beneficios

  • L@s empleados reducen los gastos de transporte 
  • Disminuyen las posibilidades de sufrir accidentes en el traslado hacia la oficina
  • Mayor concentración
  • Reducción de la huella de carbono. Al limitar los desplazamientos la emisión de gases se achica.

Contras

  • Si no se organiza correctamente la jornada laboral, al principio puede demandar mayor cantidad de horas.
  • Aún no se cuenta con un marco legal sólido que dé amparo a l@s trabajadores.
  • Puede existir un exceso de reuniones digitales.

Para aquellas organizaciones que estén buscando implementar el teletrabajo puede ser útil:

– Conocer a fondo a cada emplead@ y saber cómo es su rutina. 

– La desconexión digital resulta imprescindible para lograr el famoso “corte” de jornada y que esta no se extienda hasta cualquier hora.

–  Respetar los tiempos máximos y los descansos necesarios.

– Optar por la “comunicación asíncrona (vía ‘mails’ o documentos compartidos)” antes que “por la sincronía (como videoconferencias)”.

Al fin y al cabo, cada organización deberá evaluar sus posibilidades y la de sus emplead@s. Sin dudas, cada desafío implica rever formas tradicionales, las nuevas posibilidades y los recursos con los que se cuentan.

¿Y tú qué opinas del teletrabajo? ¿Has vivido esta experiencia en tu país? Si aún no lo incorporaste pero piensas hacerlo pronto, te compartimos consejos para organizar tu rutina .

Si tienes sugerencias ¡Puedes compartirla aquí abajo!

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